Publicado: 3 de Mayo de 2016


SOCORRO, MI HIJO TIENE UNA RABIETA!

Las rabietas forman parte del desarrollo normal de un niño pero… ¿ Qué hacer ante ellas?, ¿ Cuáles son los límites?, ¿ Desaparecerán algún día? . Éstas son algunas de las cuestiones que suelen preguntar muchos padres cuando pasan por la consulta.

Las rabietas son conductas que forman parte de una fase del desarrollo normal de un niño; Por lo general comienzan a darse a partir del primer año y empiezan a hacerse más frecuentes en el segundo año de vida. Sobre los cuatro años esos berrinches tienden a disminuir, en frecuencia y duración, a medida que el niño va incorporando el lenguaje.

Una rabieta es una forma inmadura de expresar un enfado, es la forma que tienen los peques de comunicar su frustración. Los niños no tienen la capacidad de expresar a través del lenguaje sus emociones y lo hacen a través de la conducta. A estas edades empiezan a definir su persona, el niño va adquiriendo conciencia de sí mismo, comienzan a fortalecer su individualidad y a comprender que son seres diferenciados de sus padres. Irán manifestando la necesidad de tomar sus propias decisiones , apareciendo aquí también la etapa del "no".

Probablemente, en varias ocasiones, los peques os han puesto a prueba vuestra paciencia y aunque esto no sea de consuelo para los padres, no se debe perder de vista que esta etapa es absolutamente necesaria y positiva dentro del desarrollo del niño. Si los niños no han mostrado ninguna rabieta antes de los cuatro años, entonces, sí me podría preocupar.

En esta etapa, será necesario mantener un equilibrio entre respetar su autonomía, dejar que tome sus propias decisiones, y no consentir ni acceder a todas sus exigencias.

¿CÓMO ACTUAR ANTE UNA RABIETA?

Existen diferentes motivos por los que se pueden producir una rabieta, para poder actuar eficazmente es importante reconocerlos.

Los berrinches pueden producirse por hambre, sueño o cansancio. En este caso, si sospechas de esto, la solución es proporcionarle al peque lo que necesita.

También se pueden darse por frustración con ellos mismos, cuando no consiguen abordar una determinada tarea ( acabar un juego de la play o una tarea escolar por ejemplo) o cuando no se sienten entendidos por los padres. En estos casos, tu hijo necesita unos padres que le escuchen. Expresarle cariño, apoyo y comprensión es determinante: ¿ Te puedo ayudar en algo? "Sé que es difícil pero, la próxima vez mejorarás ". Elogiarle por no darse por vencido ante la tarea y hacer que el niño se centre en lo que se le da bien es muy importante.

Los niños pueden tener rabietas para exigir algo, tal vez quieran ese helado de chocolate , salir a la calle cuando no se puede porque llueve o abrir los armarios para coger toda la ropa de mamá. En este tipo de rabietas puede ser que a tu hijo se le dé por golpear, gritar, contener la respiración …mientras que tu hijo no tenga un comportamiento destructivo puedes dejarlo tranquilo. Trata de desviar su atención hacia alguna otra cosa puede resultar efectivo.

Es muy importante mantener la calma y tener presente siempre que las rabietas no se producen por fastidiar. No hay que gritarle y mucho menos pegarle un azote, después de pegar a nuestro hijo acabamos con cualquier otro recurso de educación, negociación o aprendizaje. Es importante mantener una posición firme dando ejemplo siempre de nuestro autocontrol.

Una vez comenzada la rabieta, no hay que ceder a las demandas de los hijos, cuanto más larga sea la rabieta, más importante será no ceder. En caso contrario, si perdemos la paciencia y complacemos al niño, aprenderá que esa es la forma de conseguir lo que desea y será mucho más difícil eliminarlas.

No trates de razonar con tu hijo en estos momentos pero sí es necesario ponerle nombre a sus sentimientos: " Estás enfadado porque te gustaría salir a la calle y está lloviendo, cuando se te pase el enfado ven y te doy un abrazo"," Te dejaré solo hasta que te calmes, cuando estés calmado hablamos si te apetece".

El contacto físico calma a los niños, si no le apetece que le abraces no lo hagas pero, si te lo permite, abrázalo para ayudarle a autorregularse.

Si las rabietas continúan lo mejor es ignorarles por completo, ( extinción), retirarles la atención y dejarles que se desahoguen. No hay que amenazar al niño, simplemente hay que dejar que se calme solo sin perderle de vista. No es necesario que se quede solo mientras se calma, lo que pretendemos es enseñar al peque a que sus rabietas no dan resultado y que hay otras formas de gestionar y manifestar su enfado pero, que nosotros vamos a estar siempre ahí.

Algunas veces, las rabietas son demasiado agresivas, reacciones exageradas y desproporcionadas, aquí es cuando tu hijo te pide, a gritos, unos límites. Algunos ejemplos de estos casos son:


* Tu hijo te pega.
* Tu hijo llora o grita durante tanto tiempo que pierdes la paciencia y te sientes desbordada.
* El niño tiene una rabieta en un lugar público, tal como un restaurante .
* Tu hijo arroja algún objeto o causa daños materiales durante la rabieta.


Es importante sujetar al niño cuando puede causar daños o lastimarse. Si está molestando en un lugar público, lo apartaremos a un lugar más relajado sin amenazarle ni decirle nada hasta que se tranquilice. Vivir con normalidad el comportamiento de tu hijo hará que no pierdas los nervios.

Si va a romper algo, retira el objeto de su alcance con tranquilidad y si por su seguridad es necesario contenerlo físicamente, hazlo con firmeza y afecto. Algunos niños no quieren ser consolados, es importante cogerle en brazos solo si sirve de algo.

Cuando se vaya tranquilizando no se le debe ni gritar ni castigar, es importante elogiar a los hijos cuando se van controlando, cuando muestra su enfado con palabras y está dispuesto a cooperar.

¿ CÓMO PODEMOS HACER PARA EVITAR UNA RABIETA?

Mantener la calma, hablar con tranquilidad y escucharle.

Ayudar a los niños a que expresen sus deseos dándoles la capacidad de elegir, ofreciéndoles alternativas. ¿ Qué prefieres ir al parque o a la playa?, ¿ Quieres verduras o pescado?.

Ser flexibles, ponte en su lugar, sé comprensiva y no le exijas que se comporte como un adulto.

Los adultos, al igual que los niños, no tenemos una personalidad estática en el tiempo. Ni tenemos siempre unos días geniales ni al contrario. A veces eres más bromista, otras más serio, ante determinadas situaciones te enfadas con más facilidad…Tras una rabieta, es muy importante NO ETIQUETAR al niño " Es un caprichoso", " Siempre quiere hacer lo que le da la gana". Clasificar a los niños por sus errores, puede hacer que acaben adquiriendo los papeles que les asignamos.