Publicado: 29 de Abril de 2016


EDUCANDO A TU HIJO CON FORTALEZA

Para tener fortaleza, hay que estar seguro de uno mismo. La base de la seguridad de las personas residen en el amor y respeto que reciben de las personas que quiere. Por eso, trata a tu hijo como a la persona más importante del mundo. Dile a menudo que lo quieres.

Enséñale autocontrol. Enséñale a acabar lo que empieza, a dilatar la gratificación, a controlar sus impulsos. Para ello, desarrolla con él un vocabulario de sentimientos. Escribe con tu hijo todos los sentimientos (enfado, tristeza, odio, amor..) todos los adjetivos que muestran enfado o tristeza: enojado, irritado, enfurecido, etc. Cuando tu hijo esté enfadado, úsalas para que pueda identificar sus sentimientos: “Parece que estás realmente furioso; hoy los deberes son más difíciles que otros días ¿verdad?”. Sentirse comprendido es el primer paso para hacer frente a los problemas.

Estimula su aprobación interna. Haz que tu hijo no dependa de tu aprobación sino de su propio reconocimiento. Para ello, cambia los pronombre “yo” por “tu“. No le digas: Estoy muy orgullosa porque no has caído en la provocación de tu hermano. En su lugar, dile: Debes estar muy orgulloso por no haber caído en la provocación de tu hermano. Actuando de este modo, conseguirás que se mueva por sus propios objetivos y opiniones, no por lo que piensen los demás de él.

Sé modelo de autocontrol para tu hijo. Si estás en una cola y alguien se cuela, si conduciendo te pitan e insultan, si se te ha borrado el trabajo del ordenador o si tu hijo te reta a una lucha de poder recuerda que eres su modelo de autocontrol y coherencia. Tenlo en mente y aprovecha las circunstancias del día a día para enseñar autocontrol a tus hijos.

Pregúntate si compras impulsivamente, si discutes con demasiada vehemencia, si te dejas llevar por tu estado de ánimo; si te quejas cuando las cosas no salen como deberían, si te niegas a comer lo que no te gusta... Son pequeños detalles que los niños registran en sus mentes y van conformando su personalidad.

Habla con tu hijo sobre lo que es autocontrol. Explícale que cuando “se aguantan las ganas” de insultar a un compañero que le ha ofendido o de jugar al ordenador cuando no toca, está teniendo autocontrol. Identifica las diferentes situaciones del día en que tu hijo supera la tentación y házselo saber: Ana te ha dicho en el colegio que hagas una cosa que tu no querías hacer y no la has hecho. Eso es autocontrol. Debes estar muy contento de haberlo conseguido. Acostúmbrate a utilizar la palabra “autocontrol” en tu casa para que aprendan a reconocer en ellos esta cualidad.

Dale responsabilidades a tu hijo, además de la de estudiar y sacar buenas notas. Reparte de manera proporcional las tareas del hogar y exige su cumplimiento.

Argumenta pero exige. Hay cosas que se pueden negociar pero hay otras que deben aprender a aceptar sencillamente por sentido común.

Demuestra que lo quieres con tu tiempo, con tu presencia, con tu ánimo y con tus palabras pero no evitando que consiga cosas por sí mismo, esforzándose y superándose. Dale espacio y tiempo para aprender a superar por sí mismo sus problemas.

Enséñale a enfrentarse a la injusticia. Utiliza para ello las reuniones familiares. En ellas tus hijos se implicarán y podrán defender sus puntos de vista, respetando los de los demás. El objetivo es que, con el tiempo, sean capaces de defender sus principios y actuar en consecuencia.

Enséñale deportividad, enséñale a jugar limpio. El deporte es una gran herramienta para fomentar el esfuerzo, la perseverancia y la superación de uno mismo.

Establece unas normas claras y sus consecuencias. Asegúrate que todos las conocen y trata de cumplirlas, tú el primero. Un solo consejo: sé consecuente con ellas.

Fomenta el sentido del humor. Evita sobredimensionar los problemas con buen humor y alegría. Un padre o una madre divertidos y alegres son tan o más dignos de crédito que aquellos padres huraños y culpabilizadores.

Ser valiente es una forma de ser fuerte, querer a un niño significa hacerle fuerte, autónomo, esforzado y capaz de hacer cosas que no le gustan, pero le convienen para su formación.